Pasar página: un papel arrugado y otros ballets

Para comenzar este ensayo, me gustaría partir de esta fotografía tomada durante mi participación en el Seminario UCM-CSIC de Investigación en Historia y Teoría de la Danza en 2018. Traigo la foto para decir que algunos deseos de investigación han cambiado, pero el papel arrugado que se ve en la imagen sigue representando mi lugar como investigadora. En el momento de esta foto, yo hablaba del pensamiento coreográfico y de las provocaciones al ballet incitadas por el coreógrafo norteamericano William Forsythe. Esta investigación generó un libro publicado, la invitación a participar en este seminario en Madrid y también me abrió los ojos a perspectivas del ballet a las que no tenía acceso en el lugar que habito: Goiânia-Goiás-Brasil-América del Sur.

La foto tomada por Javier Ramírez registró el momento en el que aludía al terreno incierto que tendría que pisar el ballet para encontrar otros ejes en nuestro tiempo. Desequilibrios necesarios para que entendamos el ballet más allá de los cánones y los grandes repertorios rusos de la segunda mitad del siglo XIX, que se convirtieron en una referencia para la producción de imaginarios de la bailarina, de la producción coreográfica y del sentido de «conservación de la tradición».

Han pasado cuatro años y la sutileza de esta foto sigue diciendo mucho. Sin embargo, es como si hubiera cambiado de página en busca de ejes aún más inciertos para la idea del ballet. Ahora estoy viendo ballets de mi país, Brasil. Sin embargo, no son los ballets de los grandes coreógrafos y compañías los que me interesan, sino la revolución/rebelión que llevan a cabo los grupos periféricos situados fuera de la economía de la danza, fuera de la geografía burguesa y fuera de la lógica de la blancura que opera en el ballet de Brasil, que pretende parecerse lo más posible a la producción y a las reglas del ballet legitimado en el Norte Global.

En esta hoja arrugada, veo la potencia desordenada de lo que se hace en el presente, desde las condiciones, violencias, deseos, luchas y sueños que tenemos: ballet decolonial, ballet feminista, ballet colectivo, ballet de las luchas sociales… ballets que no sean deudores de la tradición y la historia eurocéntrica de esta danza. Partimos de quiénes somos y dónde estamos para crear insurgencias políticas y poéticas. A partir de aquí me doy cuenta de que esta hoja simboliza el lugar de provocación que debemos ocupar siempre en el estado de investigación: una escritura inacabada, retorcida, delirante y onírica.

Rouse Ferreira

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